Gastronomía

Sabores que no se olvidan

Si hay algo que en Málaga sabemos hacer bien, además de vivir con alegría, es comer.
Desde niño he tenido la suerte de saborear lo mejor de esta tierra: platos tradicionales cocinados a fuego lento, pescados recién sacados del mar, y dulces de convento que saben a historia.

Comer en la costa: sabor a mar

Cuando pienso en comer junto al mar, no puedo evitar acordarme de los espetos de sardinas que preparaba Manolo, en una vieja barca plantada en la arena de La Carihuela (Torremolinos).
Asadas al fuego de leña, con solo sal gorda y el calor justo… no hay estrella Michelin que iguale ese sabor.

En toda la Costa del Sol encontrarás chiringuitos donde el pescado es protagonista: boquerones al limón, calamares, pulpo a la brasa…
Un clásico imperdible es sentarte en Pedregalejo o en el Palo, en Málaga capital, con un tinto de verano en la mano, mientras ves caer el sol sobre el Mediterráneo.

Comer en el interior: platos de cuchara y alma

El interior de Málaga guarda auténticas joyas gastronómicas.
Aquí todavía puedes sentarte en una venta perdida en los Montes de Málaga y pedir un plato de los montes: lomo en manteca, chorizo, morcilla, huevos y patatas, todo junto, como debe ser.

En la Axarquía, he probado potajes de hinojos que no olvidas en la vida, y en pueblos como Alfarnate o Periana, el chivo lechal malagueño asado es casi una religión.

En Antequera, no puedes marcharte sin probar su famosa porra antequerana (una especie de salmorejo espeso, servido bien frío) y su mollete, ese pan suave que aquí desayunamos con aceite y jamón desde tiempos de mis abuelos.

Dulces que saben a historia

Mi infancia sabe a torta de aceite de Algarrobo y a roscos de vino en Navidad.
La provincia de Málaga es un paraíso para los amantes de los dulces tradicionales: pestiños, bienmesabe de Antequera, roscos de Alfarnatejo, y las pasas moscatel de la Axarquía, que son un pequeño milagro natural.

Todavía hoy, en conventos de clausura como el de Santa Ana en Ronda o el de las Clarisas en Vélez-Málaga, puedes comprar dulces artesanales hechos como hace siglos.

Productos locales: el auténtico sabor de Málaga

En Málaga apostamos por nuestros productos:

  • Aceite de oliva virgen extra de la comarca de Antequera.

  • Vino dulce de Málaga, perfecto para acompañar postres.

  • Miel de caña de Frigiliana, única en Europa.

  • Queso de cabra malagueña, galardonado internacionalmente.

Visitar alguno de nuestros mercadillos de pueblo o ferias gastronómicas es la mejor manera de descubrirlos.

Mis lugares recomendados para comer en Málaga

La cultura de Málaga no está solo en los museos (aunque tenemos joyas como el Museo Picasso, el Pompidou o el Thyssen), está en las pequeñas cosas: en el saludo que no falta nunca, en las recetas de la abuela, en las historias que se cuentan en la barbería o en la tienda de ultramarinos de toda la vida.

Marisquería Casa Vicente

Si buscas marisco auténtico y un ambiente sin complicaciones, dirígete a Casa Vicente. Es un favorito local, conocido por sus almejas frescas, gambas a la plancha y pescado frito directamente del mercado. Perfecto para almorzar después de un paseo por el Mercado de Atarazanas.

El Tintero

Cuando quiero comer junto al mar y sentir el alma de Málaga, voy a El Tintero, en El Palo. Allí los camareros cantan los platos al vuelo, y basta un gesto para disfrutar de espetos, boquerones o calamares recién hechos, en un ambiente alegre y auténtico que solo un malagueño puede entender.

Blossom

Cuando quiero vivir una experiencia gastronómica única en Málaga, pienso en Blossom, el restaurante con estrella Michelin del chef Emi Schobert. Ubicado en el centro histórico, su menú degustación fusiona sabores locales con toques sudamericanos, ofreciendo platos que son verdaderas obras de arte.

Adentrate y descubre la gastronomía de Málaga