Mi primera zambomba en Álora

Música, vino del terreno y sopaipas calientes

No sé si hay una forma más auténtica de empezar la Navidad en la provincia de Málaga que yendo a una zambomba en Álora. Yo lo descubrí hace unos años casi por accidente, invitado por un amigo de allí. Pensaba que sería un típico coro de villancicos, algo tranquilo. Pero nada más lejos: aquello era una fiesta con sabor a leña, vino del terreno y sopaipas calientes recién salidas del aceite.

Álora, en pleno corazón del Valle del Guadalhorce, tiene esa mezcla perfecta entre lo rural y lo animado. En diciembre, el pueblo se transforma: las luces no son muchas, pero las calles huelen a brasero, anís y buñuelos. Y en cuanto empieza el puente de diciembre, la zambomba se convierte en punto de encuentro de vecinos, familias y curiosos como yo.

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¿Qué es exactamente una zambomba?

La zambomba es una fiesta popular con raíces andaluzas, donde se cantan villancicos flamencos acompañados de instrumentos tradicionales como panderetas, almireces, botellas de anís y, claro, zambombas. En Álora, además, se le añade ese toque serrano: cantar en corro, compartir comida casera y vino dulce local, sin escenario ni focos, con la misma naturalidad con la que otros montan una barbacoa.

Se suele organizar en patios, plazas o asociaciones vecinales. En mi caso fue en el patio del Centro Andaluz de Álora, justo frente a la iglesia de la Encarnación. El fuego ya estaba encendido cuando llegamos. Había un brasero improvisado con leña de olivo y una olla con chocolate caliente que no paraba de dar vueltas.

Música y vino del terreno

No hay cartel ni artistas contratados. La música surge sola. De pronto, alguien empieza con una letra antigua:
«Los pastores vienen ya, caminito de Belén…»
y en cuanto uno empieza, el resto sigue. Palmas, cajones, zapateos improvisados y ese sonido tan especial de la zambomba. A veces el ritmo lo marca una botella de anís vacía raspada con una cuchara. Puro ingenio andaluz.

Y en cada ronda de cantes, una ronda de copas. El vino dulce de Álora, espeso y oscuro, corre de mano en mano. Lo hace una familia del pueblo desde hace décadas y lo embotellan para estas fechas. También había anís, ponche casero, y hasta roscos fritos con aguardiente.

Fandangos de Alora 2016 - YouTube

Una señora de unos 70 años me ofreció sopaipas, recién hechas en una sartén apoyada sobre el brasero. “Cómetelas ahora, niño, que frías no valen nada”, me dijo. Y tenía razón. Crujientes, blanditas por dentro y con un toque de sal, se notaba que la receta llevaba generaciones igual.

Cuándo y dónde vivirla

Las zambombas en Álora suelen celebrarse entre el 6 y el 23 de diciembre, aunque cada barrio o asociación tiene su día. Algunas de las más conocidas son:

  • Centro Andaluz de Álora (junto a la iglesia)
  • Peña Flamenca
  • Asociaciones de vecinos como El Chorro o La Estación
  • Calle La Parra, que monta una de las más familiares

Lo ideal es llegar sobre las 18:00. El ambiente va creciendo hasta la noche, y si llueve, se traslada a patios cubiertos. Algunas fiestas ofrecen también productos a la venta (miel, dulces navideños, vino casero), y otras lo reparten todo gratuitamente como gesto vecinal.

📌 Para enterarte de fechas exactas, consulta la web del Ayuntamiento de Álora o su página de Facebook, donde publican los carteles semana a semana.

Consejos prácticos si vas

  • Ve abrigado. Aunque hay braseros, las noches en Álora en diciembre son frías.
  • No vayas con prisas. Aquí se canta, se come y se charla con calma.
  • Lleva algo de suelto. Por si hay barra o rifas para asociaciones locales.
  • Aparca fuera del centro. Las calles del casco antiguo son estrechas.
  • Pregunta por las sopaipas. Si ves a alguien friendo, acércate sin miedo. Lo normal es que te ofrezcan una.

¿Por qué me marcó tanto?

Porque fue una fiesta real, sin filtros ni escenario, donde lo importante no era lucirse ni sacar fotos, sino estar. Estar con la gente del pueblo, cantar lo que uno se sabe, brindar con quien tengas al lado y disfrutar del frío de diciembre con el calor del fuego y del vino. No necesitas ser de Álora para sentirte parte. Basta con ir con respeto, buen ánimo y ganas de compartir.

Desde aquella noche, cada diciembre me escapo un día a Álora. Puede que no cante mucho ni toque el almirez, pero sí brindo, como sopaipas, y me acuerdo de aquella primera vez. La Navidad, en sitios así, empieza de verdad.

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